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martes, 9 de diciembre de 2014

Las características de un buen restaurante


La oferta gastronómica porteña actual es tan vasta que es difícil elegir dónde ir. Yo creo que necesitaríamos años para poder ir una o dos veces por semana a cenar a restaurantes diferentes sin repetir ninguno. Hay miles de cartas, variedades gastronómicas y presupuestos. Hay páginas para buscar según distintos filtros, reservar por internet, leer comentarios y ver fotos del lugar y los alimentos. Sin embargo, no hay nada como aventurarse personalmente y tener la experiencia sensorial por uno mismo.

Muchos son los puntos que se analizan a la hora de elegir dónde ir a comer:
Si el ambiente es cálido y acogedor, si hay buena distancia entre las mesas, si no te hacen esperar tanto para sentarte o traerte el plato, la decoración, el volumen de la música o la ausencia total de ella, que la carta no sea interminable ni de sólo tres opciones, el precio… En fin, podríamos elaborar una lista más o menos larga de requisitos, según lo que cada uno mira y espera…

A mí,  como buena sibarita exigente, me encanta salir a cenar, conocer lugares nuevos, probar platos hechos por otras manos y comer lo que no tengo ganas de hacerme en mi casa. Eso sí, odio pagar abultadas cuentas en restaurantes que sólo venden humo por internet, por eso, yo te voy a decir cuál es mi parámetro, bastante más primitivo y básico para darme cuenta desde el inicio si la velada va a ser una buena inversión o es mejor salir corriendo sin mirar atrás.

Son tres cosas las que para mí definen a priori si la experiencia culinaria en un restaurante va a hacer que regrese o no. Sus panes, el aceite de oliva y su café.
Cuando un restaurante escatima en esos insumos básicos, ya sé que será mejor poner alguna excusa como –de golpe perdí el apetito-, elegir un plato barato, comer y salir corriendo…sin retorno por supuesto.

Un “buen restaurante” ya se puede vislumbrar desde la panera que traen a la mesa. Si el pan esta seco, insulso, cortado del dia anterior, no tiene variedad, no usan semillas, especias o algo que sume sabores o se limita a las añejas bolsitas de grisines, entonces todo lo demás puede llegar a ser un fiasco. Ni hablar si ni siquiera traen pan. El pan que sirven es la primera presentación, en ese simple canastito se ve el cuidado que tienen en los detalles, las materias primas que eligen, en definitiva, la primera impresión de las intenciones de complacer el paladar de sus clientes.

Por otro lado, cuando te traen una ensalada, nada peor que un aceite de oliva de baja calidad. Si el aceite no es extra virgen, se nota. Si está rancio más todavía. A esta altura de la civilización y el comercio, ya no hay excusa en ningún lugar que quiera conservar su clientela para poner aceite de maíz y vinagre de alcohol como hace 30 años atrás, que era lo único que se conocía. Hoy hay muchos excelentes olivares incluso argentinos, y el aceto, aunque no sea originario de Módena, puede ser igualmente de buena calidad y sabor. O, un chef con ganas de complacer puede hacer que un aceto barato se convierta en un elixir mediante una simple reducción a fuego lento. Conclusión: un buen aceite de oliva y un buen aceto balsámico hacen la diferencia entre una buena o una mala ensalada. Si el aceite que te ponen en la mesa es de mala calidad, ese restaurante se tacha de mi lista.  

Por último, si el café que sirven parece un jugo de paraguas también será un restaurante para descartar a futuro. El café debe ser intenso y con cuerpo, es casi como el vino. No por nada ya existen también sommeliers de café y té, baristas profesionales, y dedicadas industrias que buscan sus blends para satisfacer gustos exigentes de café. Esos cafés sin gusto, aguados, quemados, con borra en el fondo cuando no estás en un restaurante árabe, pueden hacer bajar la nota a cualquier sitio gastronómico. Es más, algún bocadito dulce o cascarita azucarada con el rico café no esta demás y le suma puntos al restaurante.

Conclusión, no dejen de prestar atención a los detalles y al sabor de los alimentos que van a pagar.  Cosas tan básicas como una panera variada, un rico café y un buen aceite de oliva ya son un primer indicador de la calidad que tendrá el resto de la comida.  No se dejen engañar detrás de cartas con nombres rebuscados! Bon apettit!

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